¿Alguna vez has estado plagado de conflictos internos? Tal vez el resentimiento pueda hacer que se abra un vacío en tu sistema interno, es como una radio a todo volumen que se niega a ser apagada; lo que por supuesto significa ser una expresión de ira o miedo. Estas emociones fuertes -y los pensamientos que las acompañan- consumen gran parte de nuestra fuerza vital y pueden privarnos de un descanso reparador.
¿Cómo podemos erradicar estas manifestaciones que tienen que ver con una energía de conflicto interno? Lo que esto requiere no es otra cosa que una fuerza de voluntad para estar calmado, para observar a la mente, investigar los pensamientos e indagar sobre cuál es la raíz de cada perturbación. Sin esta investigación, estamos atrapados en un torbellino de inconsciencia, que puede hacer que muchos de nosotros nos sintamos desesperados preguntándonos por qué nuestra vida puede ser a veces tan abrumadora. Es entonces cuando entenderemos por qué nuestras relaciones no funcionan o por qué estamos tan agotados de energía y motivación. En este estado de ánimo, muchos de nosotros recurrimos a la distracción, prefiriendo ver Netflix, comprar, socializar con las personas equivocadas… cualquier cosa para distraernos de esa perturbación. Lo que esto hace es retrasar lo inevitable: suprime las emociones más difíciles de asimilar, por lo que en realidad se amontonan en nuestro interior, como las bacterias que prosperan en condiciones anaeróbicas.
Las emociones que se reprimen cobran vida propia, haciéndonos volátiles, erráticos, inestables y, a veces, crueles con los demás.
Lo que parece ser cierto es que debajo del conflicto interno se encuentra una incapacidad para estar presente y escucharse a uno mismo. Si estoy en conflicto, no me estoy escuchado. He perdido el seguimiento de mi eje interno. He asimilado una historia o he identificado como propia una vivencia que no me pertenece, y no tiene nada que ver conmigo.
Tal vez al sentirse agraviado de alguna manera la mente sigue haciéndose la víctima, las emociones estallan en indignación o enfado. Si un individuo se instala ahí demasiado tiempo, entonces la energía que se está sosteniendo comienza a crear desarmonía en el campo personal y la frecuencia disminuye: la mente se vuelve incoherente y no se tiene la capacidad de ver las cosas con claridad.
La solución: quedarse quieto y observarse sintiendo al cuerpo, permitiendo que la negatividad se exprese en silencio. Observar qué pensamientos sobre la situación en cuestión son los que provocan la respuesta emocional más fuerte. Y también es muy propicio reflexionar un poco más profundamente sobre el significado a nivel personal que contienen esos pensamientos.
Hay un término que se usa a menudo en la tradición del yoga: ‘corrige’ tu intelecto. Esto significa cultivar la capacidad de corregir la forma en la que percibes una situación. La percepción errónea se considera uno de los principales trastornos mentales. A menudo, cuando estamos consumidos por el resentimiento o la ira, nuestra capacidad de ver con claridad se ve obstaculizada, vemos lo que queremos ver, nos enfocamos en lo que queremos enfocar y aunque los que nos rodean pueden ver dónde está el problema, nosotros simplemente no podemos.
Los yoguis entendieron este tema que es común a todos los humanos. Sólo aquellos que se han dedicado a la auto honestidad y al entrenamiento de su mente, pueden percibir con absoluta claridad. El resto de nosotros debemos trabajar en ello y estar listos para atrapar nuestra propia inconsciencia.
(copyright) Jorge Rubio Bores · Fundación Proyecto Joven®